Reseña: VOZDEVIEJA de Elisa Victoria. Opinión por Alba Amador.

 

Título: VOZDEVIEJA
Autora: Elisa Victoria
Edición: Blackie Books S.L.U.
Páginas: 245
Reseña por: Alba Amador





Sinceramente, no sabría con qué palabras describir Vozdevieja, así que voy a repetir, para introduciros en la que creo que va a ser una reseña algo desordenada, por lo desordenado de mis pensamientos sobre el libro de Elisa Victoria, las palabras de Elvira Lindo sobre esta novela:

<<Hondo y ligero a la vez, una voz tan perversa -y tanto- como candorosa. Una prosa única. Inolvidable.>>

Ben Brooks dijo que era "la crónica perfecta de una niña lista en un mundo estúpido". No puedo estar más de acuerdo.

Vozdevieja es, como dijo Elvira Lindo, un texto perverso. Nos encontramos ante una niña de nueve años que se da cuenta de todo lo que a su alrededor acontece y que es demasiado lista para su edad. Ella misma lo dice, que habla como una vieja, y un amigo suyo se lo dice, la llama "vozdevieja". Es una niña que encuentra a su mejor amiga en su abuela y que prefiere estar encerrada en casa con la anciana a salir a la calle con su vecina. Es una entre un millón, eso seguro.

Desde los ojos de esta niña tan espabilada, vemos el mundo de la década de los noventa ser analizado y criticado. Tengo que advertir que puede resultar una lectura sobrecogedora, y quizás en algunos puntos, para personas sensibles, insoportable. La niña tiene opinión para todo, y una opinión que resulta difícil de creer que proceda de una niña de nueve años.

El tema más presente en su pequeña mente es el sexo. Vemos las opiniones y actitudes que toma una niña a la que se le priva de todo conocimiento sobre esta actividad. Aunque no lo creamos, los niños saben lo que es el sexo. Nuestro error está en creer que lo desconocen y en empeñarnos en alejarlos de algo tan natural, porque al final se ven en la obligación de buscar las respuestas por sí mismos, y esto suele llevarlos a conclusiones erróneas.

Marina -que así se llama la protagonista- desarrolla una actitud denigrante en lo que al sexo se refiere. Cómo no va a hacerlo cuando nadie responde a sus preguntas y se obliga a contentarse con las "revistas para adultos" que encuentra en la mesita del novio de su madre. Hay un momento en el que dice, y cito textualmente:

"Muchos -niños- tienen tanto miedo y tantas ganas de conocernos -a las niñas- que solo se les ocurre venir a fastidiar. A levantarnos la falda, a estropearnos las muñecas. Lo de la falda puede ser repugnante o tener gracia. A mí me suele hacer gracia porque estoy muy salida y deseando ser tocada de cualquier forma, pero me molesta que tenga que ser así."

Y esto es lo más suave que he podido encontrar.

También vemos como su mente inocente se traslada a otros temas sociales. Es muy consciente de los roles de género y de lo negativo de los mismos, de cómo le afectan a ella. "No quiero que se me considere débil por sufrir más cuando precisamente es al contrario" dice en lo que al cuerpo entendido socialmente como de mujer se refiere. Tiene igualmente presente la existencia del machismo, aunque en ningún momento se menciona esta palabra, y analiza y rechaza al hombre que "muestra un profundo desprecio hacia el ambiente que se forma alrededor de mujeres y niños, como si fuéramos el mayor coñazo de todos los tiempos", pero asegura que "no hay problema", que "el sentimiento es mutuo". Y tanto que lo es, le diría yo a Marina.

La pequeña también tiene opinión para la fiesta de San Fermín, para los modelos que encarnan "la perfección a la que todo el mundo aspira" y para la maldad de los niños ("¿se puede evitar esto a través de la educación?" se pregunta). Se tratan temas como la salud mental y los pocos y nada útiles tratamientos que había en los años 50, así como lo injusto de una sociedad que opina hasta de la ropa que llevas cuando te has casado, cuando ya no puedes llevar colores vivos ni escote porque eres una mujer casada. Tampoco se queda corta su opinión sobre la religión o el sistema educativo. "Yo también me quiero ir del sistema" asegura, "solo estoy disimulando porque sé que al otro lado no hay casi nada".

Podría ocupar líneas y más líneas hablando de los miles de temas que trata el libro y de cómo se aprecian a través de unos ojos inocentes que sólo saben lo que ellos mismos han podido descubrir, porque nadie les ha enseñado nada por voluntad propia. Contemplamos un mundo cruel y demente desde unos ojos inocentes que parecen no horrorizarse del todo ante lo que ven, sino más bien se encogen ante lo que pueden llegar a interpretar.

Todo esto va apareciendo poco a poco mientras Marina continua con su vida "en un hogar frágil y cambiante", con una madre enferma de la que ella sabe que es muy probable que se muera pronto, con el novio de ésta y sus opiniones alocadas, y con su abuela, su mejor amiga. Asistimos al día a día de la niña, con algunos flashback al pasado, a sus cambios de hogar, a las dificultades que se le presentan, a la aventura que es ser un niño en un mundo hecho para los adultos. Pero ante todo, asistimos a la bondad de una niña que, ante lo cruel, solo quiere hacer feliz a los demás, sobre todo a su madre.

En definitiva, se trata de una lectura inteligente, profunda y fresca a la vez, sorprendente y sobrecogedora, que nos hace ver el mundo a través de la inocencia, que nos permite ver la crueldad y la esperanza que se mantiene ante ésta. La verdad es que nunca antes había leído nada igual. He de felicitar a Elisa Victoria porque ha conseguido algo muy difícil: ha logrado que su personaje deje marca. Creo que Marina se ha hecho un huequito muy importante en mi corazón.

Recomiendo este libro encarecidamente, pero sólo si no eres una persona sensible.

¿Tú lo has leído? ¿Qué te ha parecido?


Reseña por Alba Amador.

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