LA MUJER ARTISTA NO PUEDE HABLAR DE SEXO. Por Alba Amador.





Título: Adán y Eva

Artista: Tamara de Lempicka

Datación: 1931

Tipo: Pintura

Estilo de Vanguardia: Art Decó




Título: Delito

Autora: Nathy Peluso

Datación: 2020

Tipo: Música

Género: Hip Hop/Rap





LA MUJER ARTISTA NO PUEDE HABLAR DE SEXO.

TAMARA DE LEMPICKA (Adán y Eva) - NATHY PELUSO (Delito)


 Adán y Eva es uno de los muchos cuadros en los que Tamara de Lempicka evidenció su pasión por el cuerpo humano, el erotismo y la libertad sexual. Pero hay que entrar en contexto. Los famosos años veinte —y los siguientes años, aunque menos— se caracterizaron por una vida llena de lujos y excentricidades. No se hace referencia a estos años como los “felices años veinte” o los “locos años veinte” por pura aleatoriedad.  Y en este ambiente, surgió el Art Decó.

Tamara de Lempicka fue una mujer fuerte, poderosa, sexy e independiente, que vivía el sexo en su máximo esplendor, así como la vida en general. Incluso se la ha catalogado de mujer fría, ambiciosa y egoísta, que sólo buscaba el contacto de la burguesía y las élites. Y todo esto, por supuesto, quedó reflejado en su obra.

Su estilo es único, preciso y bello. Con cierta inspiración en el cubismo, sus formas geométricas son sin embargo elegantes y organizadas. Sus figuras son rotundas, sobre todo las femeninas, con colores vivos y brillantes y fuertes contrastes entre luces y sombras. En definitiva, todo lo que grita lujo y buena vida, o al menos esa es la impresión que da.

En Adán y Eva, la postura elegante y sinuosa de ella —Eva—, que levanta el brazo con aparente inocencia (porque en realidad sostiene sin ocultarla una manzana, puro símbolo sensual y sexual), llama a la sensualidad más íntima y aceptada; incluso estando su cuerpo tapado parcialmente por el de él —Adán—, recaba toda la atención sólo para ella. Y lo hace conscientemente —no se molesta en taparse ni un poco, incluso parece esforzarse por ser vista.

Limpieza, morbidez, sensualidad y sugerencia. Limpieza en las formas, lisas y fuertes —las piernas de ambos o los pechos de ella, el característico cono tan presente en todas sus mujeres y que no por casualidad se parece a los insinuantes sujetadores que se llevaban entonces. Morbidez y sensualidad en la postura de ellos y, sobre todo, en la de ella. Sugerencia en todo, en las formas suaves que dan ganas de ser acariciadas y en cómo los personajes apartan la mirada del espectador a pesar de que son plenamente conscientes de que los están observando —lo ignoran, con una actitud elitista ante la vida, como la de la propia autora, cálidos y disfrutones entre ellos pero fríos y distantes hacia el espectador, también como la autora.

En definitiva, ni Tamara de Lempicka ni sus mujeres se cortaban un pelo, como tampoco lo hace Nathy Peluso. Parece mentira, pero la crítica y rechazo que sufrió Tamara de Lempicka, aunque en menor medida, la recibe también la cantante.

Delito, como todas sus canciones, es una muestra deliberada y orgullosa del placer sexual femenino. La cantante argentina parece gritar “¡Soy mujer y también me gusta el sexo!”, y lo hace sin reparos. Habla de “química” y “tensión sexual” —creo que es evidente la presencia de esto en Tamara de Lempicka y en su Adán y Eva— e incluso hace referencia a cierta obsesión por el sexo cuando dice “yo me quedaré hasta que vos no puedas ya más soltarme”.

Pero no es tanto en la letra como en el modo que tiene Nathy Peluso de performar, en dos videos distintos, la canción. En el videoclip oficial es casi inevitable fijarse en la similitud que hay con Adán y Eva en el minuto 2:53. La cantante no necesita ni la manzana ni enseñar su voluptuoso cuerpo —que además, casualmente, es voluminoso y colosal, como ella bien dice en sus canciones, algo que coincide con el tipo de mujeres que pintaba Tamara de Lempicka— para llama a la libertad y disfrute sexual. En el vídeo llamado Nathy Peluso - DELITO (Live from S.O.B's Stage at SXSW 21), por otro lado, no se corta en movimientos: se acaricia, se contonea y permite que enfoquen su cuerpo mientras lo hace, cantando esta canción que es, sin duda alguna, un himno al sexo con su amante. Todo este carácter sexual aparece sin abandonarse la elegancia, por supuesto —he aquí otra similitud con la pintora.

Lo curioso aquí es la duda sobre si la cantante argentina conoce o no a la pintora polaca. Aunque la conozca, dudo mucho que su actitud tan libertina tenga algo que ver con Tamara de Lempicka, pues Nathy Peluso defiende el sexo y la sensualidad simplemente porque así lo vive ella. Entonces, ¿qué lleva a una mujer del siglo XXI a defender con tanto interés algo que debería estar normalizado y que, sin embargo, es un tabú? ¿Qué relación puede haber entre la posición de ambas artistas, una de hace mucho tiempo —no tanto, en realidad— y otra de ahora?

Porque tengamos en cuenta que las palabras “sexo” y “mujer”, aún hoy en día, parecen malsonar cuando van juntas en la misma frase, de la mano. Cuanto más, lo hacían en la época de la pintora polaca. ¿Por qué, después de casi un siglo, que se dice pronto, siguen sorprendiendo actitudes como las de estas mujeres? ¿Por qué un hombre puede hablar de sexo —lo hizo Dalí, con evidente misoginia, y lo hace ahora Bad Bunny— pero si lo hace una mujer es vulgar aún incluso cuando llama al lujo y a la elegancia, como lo hacen Tamara de Lempicka y Nathy Peluso? ¿Por qué la mujer en el arte es preferida como musa sensual que como activista sexual?

¿Por qué, en definitiva, la verdadera similitud entre ambas obras, Adán y Eva y Delito, radica en lo guerreras que son las actitudes de Tamara de Lempicka y Nathy Peluso?




NOTA DE AUTORA

La presente comparación la he realizado para un trabado de Historia y Arte Contemporáneo y me ha parecido bueno compartirla en el blog.

No descarto una segunda edición más profundizada y con más información.

Te invito, como lector, a que respondas a este post y a las preguntas que planteo en él.




Por Alba Amador.

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