CONVERSACIÓN SOBRE ARTE: MATISSE Y WESSELMANN. Por Alba Amador.











Título: La alegría de vivir
Título original: La bonheur de vivre
Autor: Henri Matisse
Fecha: 1905 - 1906
Técnica: óleo
Soporte: lienzo



Título: Desnudo con rosa
Título original: Nude with Rose
Autor: Tom Wesselmann
Fecha: 1976
Técnica: óleo
Soporte: lienzo



CONVERSACIÓN SOBRE ARTE: MATISSE Y WESSELMANN.

HENRI MATISSE (La alegría de vivir) - TOM WESSELMANN (Desnudo con rosa)


No resulta sorprendente que La alegría de vivir y Desnudo con rosa se planteen como dos obras comparables, no solo por lo evidente de su similitud cromática, sino porque, después de que Willem de Kooning le proporcionara el contenido y la idea con su serie "Mujeres", el estadounidense Tom Wesselmann se inspiró, entre otros, en la figura del francés Henri Matisse.

Cuando el espectador echa un primer vistazo a La alegría de vivir, o a cualquier otra obra de Matisse en realidad, lo primero que llama su atención es la aparente —y hay que hacer énfasis en este adjetivo— violencia de los colores usados. En una composición triangular que juega con la paradoja de la centralización y la dispersión de las figuras, se introduce con perfecto equilibrio una segunda paradoja: el color, tras su fingida violencia, en realidad esconde armonía. Los amarillos y ocres del fondo contrastan perfectamente con los cuerpos rosados, al igual que pasa con la combinación de los complementarios rojo y verde en los árboles. Matisse busca, como él mismo decía, una organización entre color y figura que permita mantener intacta la belleza propia de los colores.

Si el espectador observa Desnudo con rosa, se dará cuenta de que no es tan importante el color aquí como lo son las formas planas y sencillas que acompañan, sin distraer, a esa lectura horizontal, como un camino que debe recorrer la mirada —Wesselmann quería crear un movimiento que fluyese a través del cuadro y que no se viese interrumpido por los detalles. No obstante, parece bastante evidente la inspiración en Matisse, al menos en ese contraste de tonos para resaltar los planos, tal como buscaba el francés, aunque éste se preocupaba más por qué tonos eran los que se oponían y cómo se hacía. Y, al final, ambos consiguen un resultado más sensual que violento.

Pero es que, si el espectador se molesta en investigar, descubrirá que Wesselmann realizó en sus últimos años su serie “Sunset Nudes” (lo que se traduciría literalmente como “desnudos al atardecer”). Lo que trae esta serie a mención no es sólo que las composiciones, la decoración o el optimismo recuerden a las odaliscas de Matisse o a La alegría de vivir en sí misma, con esos contornos nítidos que recuerdan al neón que se observan especialmente en las figuras que danzan y en las dos mujeres recostadas en el centro. Lo que hay que mencionar sí o sí es que, una de las mujeres de “Sunset Nudes” está pintada sobre una interpretación de La danza de Matisse. Entonces, la influencia ya resulta innegable.

Pero hay más, porque pese a la evidente diferencia de escenario —Matisse opta por un paisaje campestre que armoniza con esa sensación de alegría y vida que transmiten las figuras, mientras que Wesselmann elige objetos cotidianos e incluso íntimos que trasladan al espectador a un entorno mucho más personal e íntimo, incluso carnal—, en ambas obras, y en toda la producción general de ambos artistas, y esto acompaña a esa sensualidad cromática, se aprecia un interés evidente por la figura femenina desnuda. Sin embargo, mientras Matisse se limita a observar e incluso a acoger este desnudo con la naturalidad inocente de quien lo ve como un acompañante perfecto para su tan deseada armonía entre los colores, Wesselmann, aunque también lo trata como observador, hasta el punto de que consigue que el espectador tome partido en ese acto de observar, que sienta que no solo mira sino que también es mirado, aunque la cara de la mujer no tenga más rasgos que los labios, lo hace con un componente erótico indiscutible. Sus figuras, tan planas y sencillas en color como las de Matisse, se acercan a la abstracción en ese punto excepto por el hecho de que no duda en darle un tratamiento mucho más carnal a las zonas erógenas —el pubis, los pechos prominentes y los labios carnosos; un símbolo sexual despersonalizado.

En definitiva, la relación de similitud es evidente entre estas dos obras y sus artistas, pese a sus también evidentes diferencias. Pero la que parece ser la relación más evidente es la intención emotiva que esconden ambas pinturas y, de nuevo, ambos artistas, porque Matisse busca alcanzar una belleza embriagadora y, como bien dice el título, transmitir una gran alegría, y Wesselmann, al final, sólo quiere conseguir que el arte figurativo pueda ser tan emotivo como lo es el abstracto.


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